Introducción a la Meditación

Hay muchas definiciones para describir la práctica de la meditación. Algunas empleadas por maestros de Yoga, otras relacionadas con el budismo y su práctica, otras enraizadas en la tradición de los pueblos antiguos. A pesar de las múltiples facetas, está claro que la meditación es, en esencia, una práctica para alinear la mente y el cuerpo con la vida de todos los días. Esta disciplina fue introducida para ayudar a la humanidad a conocerse a sí mismo. Los primeros vestigios datan de alrededor del segundo milenio antes de Cristo, ligados al hinduismo originario de la región de Punjab.

El principio principal de la disciplina meditativa, radica en poder guiar nuestra mente hacia un estado de calma y tranquilidad, eliminando los pensamientos invasivos. Para alcanzar esta dimensión de paz, se pueden utilizar diferentes técnicas: desde el análisis de la respiración, hasta la visualización, la práctica de mudras (gestos simbólicos también utilizados en Yoga) o la recitación de mantras (expresiones sagradas repetidas durante la meditación). Cada uno de nosotros puede elegir la solución que lo acerque a lograr la calma interior, el objetivo de la meditación.

Medita en libertad

Como ocurre con cualquier disciplina, la práctica lo hace todo, sin embargo una de las ventajas de la meditación reside en poder iniciar este camino en cualquier momento y en cualquier condición. Dedicar unos minutos a ti mismo, eliminar los pensamientos que te persiguen cada día, podrá dar a tu vida la serenidad que con demasiada frecuencia anhelas. Podemos seguir un curso, ver videos o leer libros sobre el tema; o simplemente podemos experimentar lo que nos resulta más natural, sentándonos y deteniendo nuestra mente acelerada. Disminuir la velocidad, respirar lentamente, centrarnos por un momento en nuestro cuerpo. Los primeros beneficios de la meditación llegarán pronto, animándonos a continuar.

Empezar a meditar: ejercicio corto

¿Por qué no intentar introducir un momento de meditación en nuestro día a día?

No necesitaras ninguna preparación, solo sigue estos sencillos pasos:

Encuentra una posición cómoda.

Siéntate en el suelo o en una silla, lo importante es mantener la espalda recta. Si has decidido sentarte en el suelo o sobre un cojín, te recomendamos que pruebes la posición de sem-loto de piernas cruzadas.

Escucha a tu cuerpo.

¿Es correcta la posición que has elegido? ¿Es lo suficientemente cómoda? Cuando hayas identificado tu centro, distribuye el peso de tu cuerpo, relajando los músculos todo lo posible. En este punto, puedes juntar las manos o colocarlas suavemente sobre tu regazo.

Cierra tus ojos.

Centra tu atención en la respiración. Inhala y exhala lentamente, cada vez que un pensamiento ocupe tu mente, trata de volver a centrarte en el aire que fluye por tu cuerpo. Al principio es normal tener dificultades para despejar tu mente, pero la práctica regular te enseñará a alcanzar un estado de calma cada vez más profundo.

Encuentra tu serenidad.

Mantén este estado durante 10 minutos. Crea las condiciones para poder sentirte cómodo y  poder meditar con tranquilidad, durante el tiempo suficiente para encontrar tu serenidad interior. Intenta repetir el ejercicio con regularidad, aumentando gradualmente el tiempo de meditación, así podrás obtener excelentes resultados, que se traducirán en un profundo bienestar.

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